La exposición reúne 72 obras que recorren la trayectoria de la pintora asturiana desde 1980 hasta 2025, un viaje por la memoria, el paisaje emocional y los símbolos culturales que definen su universo
El Centro Leonés de Arte (CLA) acogerá desde este sábado, 28 de junio, la exposición ‘Josefina Junco. Buscando el tiempo y mis lugares’, proponiendo un recorrido sintético, pero esencial y estructural, que nos permite una aproximación a la evolución creativa y plástica de esta singular pintora. La muestra, organizada por el Departamento de Arte y Exposiciones del Instituto Leonés de Cultura, será inaugurada a las 12:00 horas con la presencia de la artista, Josefina Junco, así como por el director del departamento de Arte del ILC, Luis García Martínez, quien también ejerce como comisario.
La exposición reúne 72 obras realizadas entre 1980 y 2025, todas ellas ejecutadas con óleo y tempera sobre soportes tan diversos como lino, tabla, cartón o papel de algodón. Este conjunto, seleccionado meticulosamente para reflejar las distintas etapas creativas de la artista, ofrece un recorrido sintético pero profundo por su evolución, destacando su coherencia estilística y su capacidad para fusionar lo onírico, lo literario y lo autobiográfico en un lenguaje plástico único.
Nacida en 1949 en la localidad de Arriondas (Asturias), en un espacio excepcional enclavado en plena naturaleza exuberante, popularmente conocido por el descenso del Sella y su proximidad al Parque Nacional de Picos de Europa, marcó la infancia y juventud de Josefina, dejando una impronta vivencial, espiritual y simbólica que se hace estructural y esencial en su personalidad, mostrándose sutilmente en su obra por medio de una mirada especial de la realidad. Una realidad idealizada, ensimismada, narrativa y poética.
Estudió Filología en la Universidad de Oviedo —en homenaje a su madre—, pero la pintura fue su lenguaje verdadero. En obras como ‘Desde Tartessos’ (2024), los remeros se trasforman en signos del alfabeto de esta cultura, construyendo una metáfora fascinante: el lenguaje representa al hombre y su cultura. Tartessos, esa civilización enigmática del sur peninsular, obsesionaron su etapa tardía: ‘Ibería’ (2023), ‘Siembra Ibérica’ (2023) o ‘Luna negra’ (2025). En estas pinturas incorpora un cierto realismo meticuloso, detallista y descriptivo, pero con una carga mágica y surreal que nos lleva al territorio de lo soñado, sugerido, irreal y fantástico, pero al mismo tiempo al viaje, al tránsito, a lo desconocido y al descubrimiento de otras realidades.
La obra de Josefina Junco se enmarcaría desde sus inicios, en una visión muy próxima al ensimismamiento intimista y bucólico, con un sentido narrativo y descriptico que incorpora un cierto halo de carga nostálgica y romántica, como se puede observar en algunas de sus pinturas. En ‘Verbena’ (1986), nos plantea una reconstrucción, desde los retazos de su memoria, de un acto alegre, festivo y popular, donde los amores se buscan y emparejan al son de una orquesta elegante que toca en el templete. En ‘Un reloj para el tiempo perdido’ (1987) sugiere desde esa misma penumbra, tristeza y melancolía, la pérdida del tiempo, ese que no se dedicó a nuestros seres queridos y orígenes. Pero también hay luz: el tríptico ‘Infancia’ (2020) es un canto a las raíces y el registro que utiliza es muy diferente, una luminosidad, energía y alegría inunda la composición. En este tríptico incorpora un efecto muy interesante, introducido por Kandinsky y Kupka en la pintura y desarrollado con intensidad específicamente por el movimiento sincronista, la sinestesia musical. La sinestesia surge por las notas musicales enormes que flotan recorriendo la escena de estos dos últimos elementos del tríptico, una comparación preciosa y genuina del espíritu de Josefina, entre la alegría de la fiesta, y el conocimiento de la escuela.
La sinestesia aparece en otras obras de formas diversas: los primeros planos de ciertas flores, como ‘Azucena’ o ‘Lirio abierto’ (2017), casi nos hacen percibir su aroma intenso; en ‘Viento’ (2018), la imagen de una mujer sujetando con fuerza su sombrero transmite la violencia de la ventisca; ‘Oscuridad’ (2023) evoca el frío cortante de la noche, mientras que ‘Contemplación II’ (1994) captura el movimiento. Esta mezcla sensorial también se refleja en títulos como Rumor de aromas, Murmullo de aromas, Melodías del silencio o Espacios de armonía.
En sus cuadros el pasado es un tema constante y recurrente, un pasado vivido y sentido en la infancia, pero que se proyecta desde el presente en su pintura generando un halo mágico y de ensueño, una evocación en algunos casos ingenua e infantil del pasado, un pasado reconstruido con los hilos que nos unen a nuestra memoria. Al mismo tiempo nos propone una visión vivencial y reivindicativa de lo popular, reflejada en su arquitectura, edificios con vida donde reside el pasado y la memoria.
El amor a la naturaleza, respeto y el verdadero sentido ecológico queda reflejado perfectamente en su pintura, se podría decir que realiza un trabajo próximo a la taxonomía botánica, detallando y especificando cada flor y árbol que surge en sus composiciones, que en algunas ocasiones muestran un cierto aroma y tratamiento oriental. Esos primerísimos planos de árboles y plantas que se definen minuciosamente sobre un fondo limpio y profundo, transformándose en poesía pura, como en ‘Díptico en el crepúsculo. Pétalos I’ (2019), ‘Brevedad’ (2017) o ‘Levedad’ (2017).
Actualmente, lleva algunos años jubilada, pero su personalidad y actitud reflejan el verdadero espíritu del creador: esa necesidad inquebrantable de seguir trabajando y transformando su realidad para plasmar sus ideas y sentimientos. Como bien ha expresado Antonio Gamoneda, la voz creativa es una necesidad interior y vital indivisible de la propia existencia.
En resumen, el espectador encontrará una pintura intensa y profunda que va más allá de lo visual para convertirse en emoción pura: es narración íntima, poesía y memoria. La autora, en esta obra, no solo conversa con su época y su entorno, sino que nos lleva a un universo mágico y fascinante, nacido de los orígenes y los recuerdos. Elementos que actúan como puentes, guiando al espectador en un viaje íntimo a través del tiempo y el espacio, conectando con sus propias experiencias y raíces.
La exposición ‘Josefina Junco. Buscando el tiempo y mis lugares’ podrá contemplarse en el Centro Leonés de Arte (CLA) de la Avenida Independencia, 18, León, hasta el próximo 31 de agosto, de acuerdo con el siguiente horario: de martes a viernes de 17.00 a 20.00; sábados de 11.00 a 14.00 y de 17.00 a 20.00; domingos y festivos de 11.00 a 14.00. Además, se pueden solicitar visitas guiadas para grupos en el teléfono de contacto 987 262 423.